La cultura del consumismo

Ya no podía dar más largas a comprar lo que me faltaba. Esta mañana me he levantado temprano y he empezado el recorrido por Shinjuku...pero empezando por Akihabara,xD. No es que los 30 yenes que separan la tarifa de mi estación a la de Akiba sean suficientes como para hacerme caminar treinta minutos así porque sí, sino que el día anterior había visto unos fotomatones en Ueno y la referencia era bastante clara como para no olvidarla. Así podría hacerme de una vez las dichosas fotos para entregarlas al Ayuntamiento de Tokyo (o municipalidad, como le llamaba la del instituto) para dar fe de que estoy viviendo legalmente en Japón.

Una vez en Shinjuku, donde se puede ver la ciudad entera desde sus rascacielos, me puse a buscar "Kinokuniya", una tienda de libros que tuve el placer de visitar en mi anterior viaje y donde se puede encontrar prácticamente de todo. Tenía que comprar dos libros para las clases de japonés y los localicé enseguida. Lo que no hice tan rápido fue bajar por el ascensor custodiado por el "guardián del ascensor", una japonesa entradita en edad avanzada que miraba con desprecio a todo el mundo mientras pronunciaba palabras en lenguaje formal que estaba obligada a decir. La verdad es que es la primera vez que me encuentro con tanta expresividad en un rostro nipón, y más raro me parece que lo haga en su trabajo.

Mi siguiente objetivo era comprar la plancha y la tabla, pero se me fue un poco la olla cuando llegué a Kabuki-chou, el barrio "chungo" de la ciudad. Va entre paréntesis porque tampoco es para tanto, la verdad. ¿Qué pasa, que porque en esa zona se concentren la triada china, la yakuza y la mafia africana ya tiene que dar miedo? xD. Si que hay locales de reputación imprevisible, prostitución, drogas,...pero no es tan agresivo ni la mitad de cualquiera de los barrios conflictivos de cualquier otro país. Tampoco me he metido en Kabuki-chou a las 2 de la mañana pa comprobar esto, para que os voy a engañar, porque eso ya es buscar un poco las desgracias, pero no suele pasar nada. Ninguno de los conocidos que tengo y se ha perdido en ese barrio (porque es un clásico la primera vez perderse por aquí,xD) ha lamentado haber entrado.

Una vez compradas la plancha y la mini tabla, que parece más bien una pala de esas de piscina para que los niños no se ahoguen, vuelvo a Akiba a terminar de ver el traductor que tenía que comprar. Si, es una pijada si te lo compras porque vienes a Japón y estudias japonés. Pero para estar tanto tiempo aquí y para poder seguir el ritmo de las clases con mis compañeros (que con casi toda seguridad son mayoritariamente chinos o coreanos) tengo que tener mis recursos.

Después de regatearle 4000 yenes al Tanaka-san (nombre genérico adaptado por mi y Vicente de cualquier japonés desconocido) al que le compré el traductor, y mientras caminaba por las tiendas hoy más abarrotadas que ayer y con más trabajadores, observaba todo ese show que tenían montado: luces por todas partes, gente repartiendo pañuelos para que entraras a sus locales, vendedores "rapeando" literalmente, músicas de fondo en casi cada tienda...¡la jungla del comercio! Desde luego en Europa somos más tranquilos en ese sentido. Consumimos, somos igual de ignorantes e inconscientes, pero no sufrimos un ataque tan directo al subconsciente (o al menos eso creo...) como hacen los japoneses con su gente. Lo que es en Tokyo, al menos, la felicidad se basa en quedar con los amigos/familia/etc básicamente para disfrutar en conjunto de la mentalidad de compartir, pero al mismo tiempo no hacen otra cosa que consumir directa o indirectamente. Esto llega a ser un problema grave en algunos casos, como en el de Hikikomori o el hecho de prostituirse por obtener beneficio en material de "última moda". Pero bueno, de eso ya hablaremos más detenidamente llegado el caso.

Ueno era mi siguiente objetivo. Sentarme bajo las flores de cerezo y comerme algo que vendieran por aquellos puestecitos con una buena cerveza...pero entonces comenzó a llover. Además, me fue casi mejor porque llevaba unas bolsas abrasando mis dedos desde hacía ya bastante (¿todo el día?) así que compré yakitori, udon y un paquete de dorayaki, y aquí estoy, pensando en qué voy a hacer mañana. Supongo que será la novedad, pero de momento no veo el aburrimiento por ninguna parte (y ahora menos, que el lunes empiezo a esforzarme mentalmente).

Ta pronto!
Raúl