miércoles, 7 de octubre de 2009

Crónicas escolares (5)

El lunes comenzó la maravillosa nueva temporada otoño-invierno en "Chinatown", esta vez con nuevos personajes, tanto del lado del profesorado como del alumnado. De momento no ha sido la presentación oficial (ya sabéis, ese momento en que te disfrazas de pingüino, dices cuatro palabras delante de doscientas personas, te sacan cuatro fotos para el anuario y terminas por hacerte la idea equivocada de lo que será el resto del curso), por eso todavía no puedo hacer balance de cuanta carne fresca entrará en la nueva tanda de estudiantes.

Pero sí que puedo contaros novedades con respecto a los profesores y los alumnos veteranos. Nos han vuelto a desperdigar en clases según nuestro nivel. Como es practicamente imposible seguir el nivel de kanji de los chinos, estoy en una clase inferior. Se piensan que repitiendo de nuevo los ocho temas anteriores, juntándome con personas que no conozco, incluyendo a los profesores, mi rendimiento va a subir como la espuma. Vaya manera de aburrir a la gente con payasadas de clasificación. Como si fuéramos ganado...A mi porque no me importa en absoluto, pero no hay nada como que te señalen todos con un dedo diciendo: "Ala, majo. Como no das pa más, te humillo públicamente". Pero lo que es peor, es esas personas que "suben a primera división" y se encuentran con diez temas que no han dado en su vida, con un ritmo mucho más elevado y con la soga al cuello por el trabajo. Desde luego es un sistema muy convincente, tanto como una magnum de calibre 50 contra diez tanques blindados.

Aunque lo más fuerte viene ahora. Resulta que esto es como el congreso: siempre tiene que caer el más imbécil para que se note que hay rotación y movimiento. Digo esto porque habiendo sacado mejores notas que otros en casi todas las partes del examen parcial, han decidido cambiarme de clase por mi nivel de kanji, algo absurdo porque tengo diccionario o compañeros que pueden echarme un cable.
Pero bueno, es mi regla del 50% (eficacia probada; ah, y podéis dejar ya de reíros,xD). Contra eso no hay nada que hacer.

Respecto al profesorado, tenemos a un nuevo especimen que he catalogado como "Karasu-sensei". No lo digo porque vista siempre de negro, que también; tampoco por esa risa aguda con altibajos que utiliza en cualquier momento como el mejor de los actores, aunque también. Más que nada se ha ganado el apodo porque sus ojos trabajan independientemente el uno del otro, y su cuello, a causa de la confusión de la mirada perdida, se mueve bruscamente de un lado a otro, parándose en seco cuando cree necesario que ha alcanzado el sonido o destello que buscaba.


Existe un código obligatorio sin excepción. Un protocolo a seguir cada vez que un profesor o alumno llega por primera vez a clase. Se presenta formalmente escribiendo su nombre en la pizarra para luego dirigirse a todos y comenzar la interacción social tan temida para los extranjeros. Aquí no basta con decir nombre y apellidos, hay que contar en pocas palabras un resumen de tu vida, datos que al resto no le interesan. Cosas como donde vives, de qué trabajas, cuáles son tus hobbies, qué edad tienes e incluso si estás soltero o no.

Esta ceremonia de intercambio de información es esencial para poder formar parte de este país. No sólo en los colegios, sino para buscar un simple trabajo en McDonald's o Yoshinoya, debes seguir un ritual complejo que comienza con la elaboración de un currículum en japonés donde sin excusa escribiréis las veces que cagáis durante el día, el número de relaciones sexuales a la semana (ese espacio suelo dejarlo en blanco,xD) o si la seta shitake te da cagaleras o te produce alucinaciones.
Todo es importante a la hora de escribir un currículum, no sólo la experiencia, sino toda esa información que es tan necesaria para coger una escoba y ponerse a faenar.

Más tarde, si consigues que te llamen, comienza otro rito por teléfono o en persona. Debes hablar "keigo" (lenguaje formal) como si te estuvieras dirigiendo a un ente divino y no a un ser humano, formalidad que incluso a los propios japoneses les cuesta seguir, porque se equivocan a veces al cambiar las estructuras verbales, así que no es algo simplemente como para sustituir "Tú" por "Usted".

Existen varias formas de buscarse la vida en Japón. Una de ellas, la más amada por los gaijin de habla inglesa, es la de profesores (este tema ya lo comentaré otro día porque tiene tela). Luego hay localizables varias agencias conocidas como "Hello Work!" que ayudan al extranjero con escasos conocimientos del idioma o la cultura a buscar empleo. Bastante efectivos, pero la mayoría de veces te ofrecen trabajos mal pagados.
Y por último está "la recomendación". O tienes una recomendación de algún profesor o conocido, o ya puedes ir buscando entre la basura. En la mayoría de ocasiones no existen posibilidades para los que no contamos con rasgos asiáticos, porque, ¿quién querría tener en un restaurante japonés a un gaijin? O como ellos dicen, "no es racismo, somos cautos en cuanto a las diferencias culturales para el bien de las dos partes".

Igualmente me resultaría imposible, de nuevo, comparar los beneficios de trabajar en Japón con respecto a los que podría tener haciéndolo en mi país. Cuentas con un buen seguro, el trabajo te paga el transporte, a veces incluso las comidas o cenas si trabajas en un restaurante, puedes pedir días de fiesta cuando te de la gana (esto es increíblemente extraño, porque los que conozco que utilizan el sistema "me voy a mi país" o "estoy enfermo" no suelen tener problemas de patadas en el culo por faltar al trabajo sin motivo) y por lo general los sueldos son un poco más altos que en España, aunque también lo es la calidad de vida.

Por eso aprender a diferenciar entre los distintos estratos de formalidad del lenguaje es muy importante. Muchas veces hacemos bromas en clase sobre insultos que deberían ser de por sí palabras con cierta maldad, pero trasnformados en lenguaje formal o muy formal no dejan de ser más ridículos de lo que ya son de por sí los normales, carentes de esa intensidad abrumadora cuando pronuncias ciertas expresiones relacionadas con la profesión de la madre de alguien o la nula capacidad de razonamiento de otro.


¡Un abrazo!
Raúl

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